Después de varios años intentando realizar esta actividad sin ningún éxito, al final he conseguido hacer realidad esta aventura. El pasado día 08 de Junio quedamos un grupo de 5 y nos fuimos a Guadalajara para pasar el día sin saber muy bien lo que nos íbamos a encontrar.
Después de conducir unas 2 horas, al principio por la autopista y después por unas carreteras que prefiero no recordar, llegamos al pueblo donde habíamos quedado con los guías. Nos esperaban en el hotel del pueblo donde aprovechamos para tomar un café. Tras las oportunas presentaciones nos dirijimos a la zona donde empezaría nuestro descenso en balsa. ¡Qué nervios! Todos estábamos deseando ver cómo se nos daba eso del rafting.
Lo primero que nos dijeron, para que no nos llevásemos ninguna decepción, es que el Alto Tajo no se puede comparar con los ríos de los Pirineos, pero no nos importó porque nos sirvió para tener un primer contacto con el rafting y pasar un buen día. Llegó la hora de ponernse los trajes de neopreno, con los que todos estábamos guapísimos. Hubo alguna discusión acerca de cual era el traje de cada uno, a quien le correspondía este o el otro casco o chaleco… y después llegaron las risas porque de verdad que teníamos una pinta… Al final todos estábamos preparados con nuestros correspondientes trajes, no sin antes habernos pegado con ellos porque no es tarea fácil entrar en estos trajes tan ajustados. Lo siento chicos, no he podido resistirme a poner una foto con nuestros equipos 
Cuando todos estábamos listos, Ismael, el guía que venía con nosotros en la balsa, nos dió unas nociones básicas de seguridad en caso de que tuvieramos algún percance y alguno de los ocupantes de balsa acabara en el agua, cosa que no era muy normal. Después cogimos los remos y nos enseñó como teníamos que cogerlo y como teníamos que remar, también nos indicó las instrucciones que nos daría en el descenso del río: derecha alante!!!, derecha atrás!!!, izquierda alante!!!, izquierda atrás!!!, todos alante!!! o todos atrás!!! y en función de la orden así tendríamos que remar, eso si nos enterábamos de lo que nos gritaba. Cuando llegó su compañero, Javier que nos acompañaría en una piragua, bajamos la balsa al río. El guñia nos distribuyó: Juande y Marino en la parte delantera, Silvia y yo en el medio y Juanma atrás con el guía.
Una vez que todos estábamos colocados y salimos al río empezaron los primeros problemas, ya que Juanma sólo conseguía mantener la mitad de su cuerpo dentro de la balsa, la otra mitad iba en el agua aunque fue por poco tiempo ya que en seguida consiguió controlarlo. En este momento empezaba lo divertido: aparecieron los primeros rápidos en los que se oyeron algunos gritos entre risas, Ismael nos hacía remar de tal forma que terminaba la balsa dando un montón de vueltas hasta que terminábamos mareados, nos chocabamos contra la orilla… La verdad es que nos reímos mucho y nos lo pasamos genial. Cuando llegamos a una zona en la que había menos corriente el guía nos dió la oportunidad de bajar de la balsa y dejarnos llevar. Marino fue el primer valiente en zambullirse en el agua, después me decidí yo y por último Juande. El agua estaba helada, pero la experiencia me gustó. Cuando llevábamos un rato en el agua volvimos a la balsa y seguimos nuestro recorrido.
Casi al final del recorrido llegó la zona más divertida de la bajada (por lo menos eso creo yo), pero tuve la mala suerte de caerme de la balsa y acabé en el agua. Una de las veces que la balsa saltó se me soltó el pié del estribo que hay en el suelo de la balsa y acabé en el río. Todos los que iban conmigo se dieron un buen susto, según me contaron después. Al principio yo también me asusté porque no me lo esperaba, pero recordé lo que Ismael nos había contado en las explicaciones de seguridad, por lo que puse las piernas en el sentido de la corriente, agarré el remo con las dos manos y me dejé arrastrar por la corriente. No hubo ningún problema ya que el traje de neopreno y sobretodo el chaleco salvavidas hacen que te mantengas a flote. En cuanto pudieron me recogieron y volví a la balsa. La verdad es que fue hasta divertido.
Después de este tramo Ismael nos dijo que íbamos a la cascada y no sabíamos lo que nos esperaba. Cuando llegamos todos nos quedamos con la boca abierta. Gracias a las lluvias de este año pudimos contemplar una maravillosa cascada. Nos acercamos con la balsa y nos pusimos debajo, aquí os dejo unas fotos para que veais que no miento.
Lo mejor del recorrido, a parte del rafting por supuesto, fue el paisaje que se disfruta desde el cauce del río. Se puede ver todo el cañón y el bosque a lo largo de todo el recorrido. También se disfruta una tranquilidad que en pocos lugares se puede encontrar. ¡Fue una pasada!
Después de aproximadamente 2 horas de disfrutar con esta actividad llegamos a nuestro destino. Se acabó la aventura, pero de verdad que mereció la pena, disfrutamos como niños. Después de quitarnos los trajes que estaban empapados y de ponernos nuestra ropa seca, nos llevaron a una esplanadita donde hay unas pequeñas cuevas donde nos resguardaríamos en caso de empezase a llover, cosa que al final no ocurrió. En este lugar paramos a comer y estuvimos disfrutando del sonido del agua, ya que la cascada estaba muy cerca aunque no se podía ver bien. Después de comer fuimos a recoger nuestro coche y volvimos a Madrid con un buen sabor de boca. Queremos dar las gracias a Ismael por hacernos disfrutar esta actividad y a Javier por acompañarnos y hacernos las fotos.
Más información en: http://www.enaltotajo.com…
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